La inestabilidad de los Estados Postsoviéticos y la guerra en Ucrania[1]
Dieter Segert[2]
El legado de la dictadura y el pueblo desorientado
A raíz del colapso de la Unión Soviética surgieron 15 nuevos Estados. Sus bases, en todo caso, no eran precisamente estables. Heredaron sus fronteras, sus administraciones y otras instituciones estatales de la dictadura anterior. Pero la adopción institucional de la democracia electoral cambió algunos aspectos del ejercicio del poder estatal, y significó algún tiempo para estabilizarse a través de la costumbre. En Ucrania, por ejemplo, recién en 1994 surgió y entró en vigor bajo las nuevas reglas una asamblea legislativa. La violencia desempeñó repetidamente un papel en el espacio postsoviético, como sucedió con Rusia en 1993 con el golpe de Estado de Yeltsin contra el parlamento (1).
La confusión de la población sobre cuál debería ser el orden social y político relevante fue grande al principio. Y eso también en Ucrania. En una encuesta del 17 de marzo de 1991, con una participación superior al 80 %, el 71,5% de los ucranianos votaron por la continuación de la existencia de la Unión Soviética como una «Federación de Estados en igualdad de derechos y soberanos», lo que Gorbachov planteaba como un Nuevo Comienzo. Como es bien sabido, esto fue impedido, en Moscú en agosto de 1991, por un golpe de estado de las fuerzas conservadoras y como consecuencia de lo cual los esfuerzos por la autonomía se intensificaron también en los demás estados. En consecuencia, el 24 de agosto de 1991, el parlamento ucraniano aprobó una declaración de independencia. Solo nueve meses después del primer referéndum, el 1.12.1991, y con una participación superior al 80% de la población con derecho a voto, el 90% se manifestó por la independencia de Ucrania (2).
Un cambio de opinión tan rápido, y a primera vista irracional, no puede explicarse únicamente por el golpe de Moscú. Una mejor explicación ofrece, más bien, la larga crisis del Estado soviético y su legitimidad. Dicha situación había conmocionado viejas creencias y creado confusión en muchas áreas. Además, en Ucrania (entre otras cosas) la población ya había sido movilizada por fuerzas políticas que abogaban por salir de la Unión Soviética. Parte del aparato del partido ya abogaba por la Perestroika asi como un movimiento denominado Narodnij Ruch Ukrajiny/Movimiento Popular de Ucrania, movimiento particularmente fuerte en el oeste del país, zona que perteneció a Polonia hasta 1939/45.
Cambio en la ideología de legitimación en la crisis de dominación
La estatalidad comunista poseía un tipo específico de legitimidad que no se basaba ni en las elecciones ni únicamente en el carisma de un líder revolucionario, sino que se arraigaba principalmente en una promesa para el futuro, a saber, la de una sociedad de igualdad para todas las personas y oportunidades de desarrollo individual. Durante mucho tiempo, esta promesa de igualdad y justicia resultó atractiva y creíble para amplios sectores de la población, a raíz del ascenso social de sectores de la clase obrera y del campesinado en el proceso de modernización socialista del Estado (3). Por décadas, esta visión se fue paulatinamente relativizando y debilitando a causa del sistema de privilegios de la clase dominante hasta llegar a ser inverosímil por la arbitrariedad y la violencia. El PC también había contribuido a sembrar dudas a causa de su “autocrítica”, desde que fueron revelados los crímenes de Stalin en la década de 1960 hasta la “glasnost” de Gorbachov (4).
Pero, ¿cómo debía legitimarse el futuro gobierno estatal? La dirección del Partido, bajo la conducción de Gorbachov, intentó la transición al socialismo de carácter socialdemócrata, democratizó las relaciones políticas, pero fracasó en la política económica. El público independiente que se había formado en esos años hizo posible un libre debate sobre objetivos políticos. El «socialismo de consumo», una fase de la política en la que se dio más espacio al suministro de bienes de consumo a la población, especialmente en Moscú y Leningrado, despertó la codicia y, a causa de sus déficits, aumentó el atractivo de las sociedades capitalistas de consumo. En el espacio ideológico de la sociedad soviética tardía, la Iglesia ortodoxa (con la que el Estado hizo las paces en 1988) también ganó influencia. Además, se difundió la creencia en los curanderos, clarividentes y lectores de cartas.
Conflictos étnico-nacionales y nacionalismo antes y después de la desintegración de la URSS
Desde un punto de vista legal, la URSS fue fundada en 1922 como una federación de repúblicas definidas étnicamente, cada una con derecho a la secesión. Con esto, Trotsky, apoyado por Lenin, había prevalecido contra la idea de Stalin de un estado unitario, aún cuando este derecho a la secesión seguía siendo formal y, en términos de política fue frustrado por el control férreo del Partido Comunista centralizado.
Pero, aunque esta institución del federalismo étnico no pretendía ser tomada en serio, siguió siendo potencialmente un dispositivo explosivo del estado soviético, como ha argumentado Valerie Bunce, una politóloga estadounidense (5). En la crisis del Estado, las fronteras de esas repúblicas étnicamente definidas, cada una de ellas asignada a un grupo étnico titular, se convirtieron en la línea divisoria más importante a lo largo de la cual surgieron los nuevos Estados nacionales (6).
Sin embargo, ninguna de las quince repúblicas tenía una población étnicamente homogénea: no solo los kazajos vivían en la República de Kazajstán, no solo los ucranianos en la República de Ucrania y no solo los rusos en la República de Rusia (7). Sin embargo, había ciertas reglas que las etnias titulares privilegiaban en “sus” repúblicas (8): la lengua estatal era la de la etnia titular (además del ruso como lengua franca general), también se promovía, aunque en algunos casos ni siquiera existía como lengua escrita antes de 1917. En cada república se fundaron universidades, colegios y academias. Los cargos más altos del partido a nivel republicano se ocupaban habitualmente de la siguiente manera: el primer secretario era de la etnia titular, su adjunto era de la etnia rusa (9).
Durante la perestroika, especialmente a partir de 1987, se impulsaron cambios políticos que también facilitaron el proceso de independencia de algunas de las repúblicas, recién surgidas como tales, del conjunto del estado federal. Sobre todo, los parlamentos, los soviets a nivel de república, obtuvieron el poder de actuar frente a la dirección del partido. Los presidentes de esos soviets se convirtieron en líderes cuasi-políticos y al final incluso fueron elegidos directamente en algunas repúblicas como presidentes, quienes luego también desempeñaron un papel central en la disolución de la URSS a fines de 1991.
Nacionalismo étnico y conflictos fronterizos
El nacionalismo étnico ganó influencia después de que, desde la década de 1970, la ideología de legitimación del Estado, el marxismo-leninismo, perdió importancia. Durante la crisis de la Unión Soviética aumentaron las tensiones entre los diferentes grupos étnicos. Estas tensiones estaban dirigidas no solo contra el Estado central sino también contra las minorías dentro de las repúblicas individuales. Prueba de ello son los disturbios de diciembre de 1986 en Kazajstán y el conflicto por el enclave armenio de Nagorno-Karabaj en Azerbaiyán desde principios de 1988. En 1990, en Azerbaiyán hubo pogromos contra la minoría armenia. Estos violentos conflictos continuaron después de 1991, por ejemplo, en las dos guerras de Chechenia o en los conflictos y enfrentamientos armados entre georgianos y los habitantes de Abjasia, Adjara u Osetia del Sur.
Las demarcaciones fronterizas arbitrarias realizadas por el gobierno central entre 1917 y 1991 tuvieron un impacto, por ejemplo, en los conflictos entre Armenia y Azerbaiyán. Entre algunas repúblicas de Asia Central, hubo disputas fronterizas después de 1991, algunas de las cuales fueron violentas (10). Los conflictos en Moldavia y sus alrededores también están influenciados por tales decisiones territoriales.
Un caso similar es Crimea, que fue donada en 1954 a Ucrania por la dirección soviética. Después del colapso de la Unión Soviética, entre la población de Crimea se acentuó la resistencia a la ucranización, exigiendo más autonomía y vínculos con Rusia. Por ejemplo, en 1994, durante la elección de un presidente de la península (que legalmente no estaba prevista), la campaña electoral abogó por la unión con Rusia (11).
«Nacionalización»: derechos más fuertes de la etnia titular a expensas de las minorías
Con la fundación de los nuevos estados nacionales de las antiguas repúblicas de la URSS, los derechos del grupo étnico titular se fortalecieron ampliamente. Su idioma fue elevado al rango de único idioma estatal en el espacio público y en el trato con los órganos estatales (administración, tribunales). En ocasiones, la enseñanza en escuelas y universidades solo está permitida en este idioma. La autoimagen de estas mayorías étnicas también incluía el hecho de que veían su cultura como amenazada. Esto es comprensible para países como Estonia, Letonia o Kazajstán, porque en 1991, los miembros de la etnia titular solo constituían una estrecha mayoría (12). Sin embargo, este no es el caso en Ucrania (13). Estos conflictos se vieron exacerbados por el hecho de que la minoría rusa a menudo se concentra en ciertas regiones, como es el caso en las ciudades industriales de los Estados bálticos, en el norte de Kazajstán o en el este y el sur de Ucrania. Roger Brubaker ha descrito esta política, que surge de la autoimagen de una “mayoría amenazada”, como “nacionalizadora”, como un intento de fortalecer la posición del grupo étnico titular a expensas de todos los demás grupos étnicos. Ubica tal política posterior a 1991, en particular en Kazajstán, Ucrania y los estados bálticos.
Entre la política de compensación y la «nacionalización»
En Ucrania, esta política se persiguió en distinta medida en diferentes períodos de poder., Los dos primeros presidentes, Kravchuk y Kuchma, entre 1991 y 2004 intentaron equilibrar en la población tanto las identidades de la etnia ucraniana como de la etnia rusa. En política exterior, se esforzaron por mantener buenas relaciones tanto con Rusia como con sus vecinos occidentales. El presidente Yushchenko (2005-2010) adoptó un enfoque diferente. Debilitó los lazos del país con Occidente y siguió una política histórica que fortaleció las raíces ucranianas y presentó la historia soviética como un período de opresión contra los ucranianos. Cultivó especialmente los símbolos y los mitos históricos de los movimientos independentistas de Ucrania Occidental del período de entreguerras. Su sucesor en la presidencia, Yanukovych, intentó luego una reconciliación entre las identidades regionales del este y el sur y del oeste y el centro de Ucrania. El ruso debía permitirse como idioma regional en áreas con poblaciones significativas de habla rusa. Con el segundo Maidan, se produjo un nuevo cambio hacia una ucranización del país. El presidente Poroshenko promovió que se privilegiara “lo ucraniano” en la educación y los medios y estableció una Iglesia ortodoxa ucraniana independiente de la Iglesia ortodoxa rusa. Este estatus como iglesia autocéfala, como iglesia nacional, fue declarado en 2018. El presidente Selensky (desde 2019) inicialmente siguió una política encaminada a equilibrar las distintas identidades regionales. Pero luego, bajo la presión de grupos nacionalistas y especialmente tras la agudización de las relaciones con Rusia a partir de 2021 y finalmente a partir del 24 de febrero de 2022, se intensificó durante su presidencia una política de distanciamiento de todo lo ruso. El principal partido de la oposición, más arraigado en el este y el sur de Ucrania, la “Plataforma de oposición por la vida”, fue prohibido, al igual que los medios de comunicación en ruso, y Viktor Medvedchuk, un político con estrechos vínculos con Rusia, fue puesto bajo arresto domiciliario.
¿Punto de retorno? Revisando un reinicio fallido
El derecho internacional supone la existencia de Estados estables, que interactúan y resuelven pacíficamente sus problemas, de acuerdo con reglas mutuamente aceptadas. En la realidad geopolítica, sin embargo, vemos entre los sucesores de la URSS una multitud de Estados inestables, desgarrados por conflictos étnicos, amenazados por fronteras poco claras y que buscan una base estable. Además, fueron presionados por actores externos que empujaron en este espacio, EEUU, la UE, así como Turquía y China. Estos Estados inestables habrían necesitado apoyo en su búsqueda de un nuevo equilibrio entre ellos así como ayuda económica.
Reconstruir historias alternativas en retrospectiva siempre es en parte especulativo. Sin embargo, se pueden encontrar puntos de inflexión en el desarrollo, encrucijadas, donde otra cosa podría haber sido posible.
El continuo deterioro de las relaciones entre Rusia y Occidente, aproximadamente durante los últimos 20 años, no es solo responsabilidad de Rusia. Quienes pensaban que habían ganado la Guerra Fría como “los vencedores de la historia”, fueron lo suficientemente imprudentes en su triunfo y en su soberbia por sus valores (14) como para tratar de ignorar al viejo adversario y “perdedor” en su crisis e intentar mantenerlo en el suelo. Estados Unidos trabajó para expandir la “victoria” en la competencia del sistema a una hegemonía estable. El mundo unipolar era la estrella guía a seguir. Rusia, independientemente de su condición de potencia nuclear, debe mantenerse pequeña. Se abandonó la alternativa de un orden de seguridad europeo, en lugar de la confrontación del sistema.
La ampliación de la OTAN hacia el este a partir de 1999 es uno de esos puntos de inflexión tras los cuales se oscurecen las perspectivas de cooperación con Rusia. Los acuerdos de asociación de la UE con tres estados en el espacio postsoviético, Moldavia, Ucrania y Georgia, ignoraron por completo las relaciones económicas dentro del espacio postsoviético. Las negociaciones, considerando la inclusión de Rusia u otros terceros estados sucesores de la URSS, sobre un posible equilibrio económico entre los intereses de los estados de la UE y los de la región o no se iniciaron o, como en el caso de Ucrania, se iniciaron demasiado tarde.
Los intereses de seguridad de los países del espacio postsoviético, implicados en el tema, apenas se tuvieron en cuenta. La finalización de facto, por parte de Occidente, de los tratados que limitan los armamentos convencionales, en los que el tratado CFE de 1999 fue ratificado por Rusia, Ucrania, Bielorrusia y Kazajstán, pero no por las partes contratantes occidentales, así como la expiración de las medidas de fomento de la confianza en los años transcurridos desde entonces, caracterizan ese punto de inflexión. Ni un solo Estado con armas nucleares y ninguno de los miembros europeos de la OTAN pertenecen al Tratado de Prohibición de Armas Nucleares, que entró en vigor en 2021. Tratados de la época de la Guerra Fría, como los relativos a la limitación de las armas nucleares estratégicas (SALT I y II), a los sistemas nacionales de defensa antimisiles (ABM), a la eliminación total de los misiles nucleares de alcance intermedio (INF), ya no tienen vigencia. Esto provocó y sigue provocando una inestabilidad aún mayor y peligrosa.
En este entorno de mayor inestabilidad e incertidumbre política de seguridad se desarrolló el conflicto entre Occidente, Ucrania y Rusia. El conflicto actual comenzó en 2014 como una guerra civil intraucraniana en la que intervinieron otros, incluida Rusia. Desde entonces, el tirón, a veces sangriento, se ha centrado en la integración de Ucrania en la UE y/o la OTAN, por un lado, y la esfera de influencia rusa, por el otro. Los intereses militares de Rusia también se vieron afectados por su Flota del Mar Negro estacionada en Crimea (15). El comienzo de la guerra el 24 de febrero de 2022 contra Ucrania debe atribuirse a Rusia. Ha comenzado esta guerra de agresión (sin declaración de guerra). Sin embargo, las tensiones geopolíticas que hacen que esta guerra parezca una guerra de poder entre la coalición de “Estados occidentales”, liderada por Estados Unidos contra Rusia y sus aliados no son únicamente culpa de Rusia.
¿Y qué se podría hacer después del final de la guerra?
Después de 1991, habría sido razonable si los Estados europeos más fuertes hubieran apoyado a los nuevos Estados en su camino hacia una base estable de existencia: a través de ayuda económica específica y acompañando solidariamente los intentos de estabilizar la región, así como la formación de nuevas alianzas regionales o confederaciones más estables. Porque la inestabilidad de los países de esta zona es un trasfondo importante del conflicto,
Las inestabilidades y tensiones geopolíticas tampoco desaparecerán con el final de la guerra rusa. Más bien, lo que se necesita es una arquitectura sostenible para un sistema de seguridad compartida en el espacio euroasiático (16). Y para comenzar con eso, nunca es tarde.
Notas
(1) Más precisamente en Felix Jaitner, 2014.
(2) Solo en algunas áreas del este y sur de Ucrania, la aprobación fue menos pronunciada,
aunque todavía lo suficientemente alta: en Crimea, una mayoría del 54% votó a favor de la
Independencia, en las regiones de Odessa, Kharkov, Donetsk y Lugansk alcanzó mas de
80%. La posición contraria, una fuerte minoría que rechazaba la independencia, se dio en realidad solo en Crimea con 42%.
(3) Véase, entre otros, Segert 2010.
(4) A partir de 1988, hubo una amplia cobertura del asesinato de líderes revolucionarios como N. Bujarin por Stalin, así como el sufrimiento de la población durante la colectivización forzada de los campesinos o el reasentamiento violento de pueblos enteros durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Después de esto, se terminó el el barniz y se volvió a una idealización de la ideología estatal anterior.
(5) Véase Bunce 1999.
(6) Sus límites a menudo se trazaron en las décadas de 1920 y 1930, a veces solo tras los
Grandes acuerdos de poder después de 1945. Aún había muchos conflictos territoriales potenciales entre ellos, pero permanecieron mayormente ocultos hasta el colapso de la URSS.
(7) La población de Kazajstán en 1989 estaba compuesta casi por un 40 % de kazajos, un 38 % de rusos, un 6 % de alemanes, 5% ucranianos y otros grupos. A mediados de la década de 1980, vivían en Ucrania 74% ucranianos, 21% rusos y 5% de otros grupos étnicos (como húngaros y rumanos). En la República Rusa en 1989 vivían 82% rusos, 4% tártaros, 3% ucranianos y muchos grupos étnicos más pequeños como Bashkirs, Chuvash o Chechenos.
(8) Además de las 15 repúblicas de la Unión Soviética, había otras subdivisiones étnicas, las Repúblicas Autónomas Soviéticas (ASSR), en las cuales los grupos étnicos gozaban de ciertos privilegios. A finales de la Unión Soviética había 20 ASSR, principalmente en la Unión Soviética rusa, en Georgia, en Azerbaiyán y Uzbekistán.
(9) Sin embargo, esto no se aplicaba a Rusia. Ahí solo se creó un PC en los últimos años de la URSS.
(10) El conflicto entre Kirguistán y Tayikistán que estalló en septiembre de 2022 significó varias decenas de muertos. Unos años después del colapso de la Unión Soviética, hasta 2021, había conflictos entre Kirguistán y Uzbekistán por la frontera en el valle de Fergana. El taz lo resumió ya en 2013: “La caída del Muro de Berlín en 1989 en realidad abrió Europa, pero en Asia Central surgieron fronteras entre pueblos vecinos, alambre de púas y campos minados. En: Conflicto fronterizo en Asia Central: Atrapado en el valle, en taz 1.03.2013 (https://taz.de/Grenzflict-in-Zentralasia/!5072418/).
(11) Véase el informe de la Fundación Friedrich Ebert (Wittkowskij 1994).
(12) En la población de Letonia, el 62% son de etnia letona, el 27% son rusos, el resto está compuesto por otras minorías como ucranianos y bielorrusos. En Estonia, la población está compuesta de la siguiente manera: 69% estonios, 25,5% rusos y grupos más pequeños de ucranianos y bielorrusos, así como fineses. En Kazajstán, viven alrededor de 2/3 de kazajos y una buena quinta parte de rusos. La proporción de rusos ha disminuido desde 1991. Junto a ellos viven ucranianos étnicos, alemanes y miembros de otros grupos étnicos de Asia Central.
(13) En Ucrania, las proporciones entre los grupos étnicos son las siguientes (según el
Censo de 2001): 78% ucranianos, 17% rusos, asi como otros grupos étnicos con una
presencia menor al 1%, tales como rumanos, polacos, bielorrusos, armenios, etc.
(14) Una muestra de arrogancia es la tesis de que “Occidente” tenía el poder o incluso la obligación, de imponer los valores propios a otros estados, asi como los colonizadores afirman haber traído la colonización a los «salvajes».
(15) La validez del tratado de estacionamiento, prorrogado por 20 años bajo el presidente Yanukovych, fue cuestionado por la nueva élite ucraniana tras su caída.
(16) También se refiere a esto el segundo punto del plan de 12 puntos del gobierno chino, véase el informe en el «Berliner Zeitung» del 24 de febrero de 2023, en https://www.berliner-zeitung.de/wirtschaft-responsibility/china-ein-friedensplan-der-dem-westen-nicht-schmeckt-li.321539
Bibliografía
Roger Brubaker (2011): Estado nacionalizador revisado: proyectos y procesos de nacionalización en los estados postsoviéticos, en: Étnicos y Raciales, Estudios 34 (11/noviembre 2011), pp. 1785-1814.
Valerie Bunce (1999): Instituciones subversivas: el diseño y la destrucción del socialismo y del Estado, Cambridge et al.: Universidad de Cambridge
Felix Jaitner (2014): Introducción del capitalismo en Rusia: de Gorbachov a Putin, Hamburgo: VSA.
Dieter Segert (2018): La disolución de la Unión Soviética y sus consecuencias, en: F. Jaitner et al (eds): Crisis in the Post-Soviet Space. De la disolución de la Unión Soviética al conflicto en Ucrania, pp. 17-37. Londres y Nueva York: Routledge.
Dieter Segert (2019: El socialismo de Estado fue más que solo una política
De relaciones de dominación. Notas sobre el déficit teórico del concepto de totalitarismo, en Bohemia (49) 2/2010, 412-420.
Dieter Segert (2023): Fantasmas osteuropeos del pasado, Debate de Berlín, Número inicial 1, i.E.
Andreas Wittkowsky (1994): Ucrania: ¿cambio de rumbo en el proceso de transformación?
Bonn: FES.
[1] El presente artículo fue publicado en la revista International “International – “Die Zeitschrift für internacionales Politik” – Internacional, Revista de Política internacional – Viena, Austria, en su edición III/2023.
[2] Univ.-Prof. i.r. dr. sc.phil., politólogo y experto en Europa del Este, fue profesor en la Universidad de Viena hasta 2017.